20 de mayo de 2010

La chica de las medias...

Ingresó sigilosa en la sala con la sonrisa brillante contagiada por su corazón abierto y vibrante. Fascinada con los descubrimientos que ha hecho sobre su propio mundo, esa nueva mirada con la que ha abordado a la ciudad del caos después de unos días en la Casa de la luz, se sentó a escuchar la reflexión y a ponerse en disposición orante. Cruzó las piernas, abrió su cuaderno y la chispa de su mirada se depositó en quien estaba hablando. Hoy no traía medias, hoy traía pantalón.
Cada jueves, con la regularidad de una cita importante, ella llega a la misma sala, en la que soy testigo de su devoción. Suele vestir con colores disonantes con el gris y negro de esta ciudad del caos, colores de luz, y la combinación la lleva a usar medias largas también con colores inesperados, medias que se asoman bajo su falda insinuando su diferencia, marcando su especialidad. Pero hoy llegó con pantalón, hoy a roto la referencia, hoy después del fin de semana, hoy que la llamo por su propio nombre y no por la etiqueta mental que le había asignado, hoy decide romper la monotonía de la diferencia y vestirse como una más. Sin embargo, algo en ella vibra de manera permanente, sin permitirle el anonimato. No más salir las miradas se toparán con su rostro, nada más cruzar la puerta, los ojos de los seres oscuros de la ciudad del caos observarán su sonrisa con envidia, preguntándose qué es lo que tiene de bueno el día que ésta va sonriendo, cuestionando su forma suave de andar por las calles grises, tachándola mentalmente de una loca que va por la calle exhibiendo sin pudor su disfrute por los días.
No cambió el mundo, dice nuestra maestra de luz, cambió la forma como lo ves. Y esta vez es tan obvio, es tan certero, es tan innegable. Otras veces he escuchado la misma frase y, prejuicioso, la he descartado por romántica o fanática. Hoy la veo en el rostro de esta mujer que parece que antes amé, hace tanto que ya lo olvidé, hace tanto que ya no me dejan recordarlo, pero hace tan poco que nos volvemos a encontrar aquí y ahora, quizá para amarla de una forma diferente, como una hermana con la cual comparto ahora esa sonrisa "estúpida" que los otros nos intentan borrar al andar la calle.

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