31 de octubre de 2009

Mudanza 27

6 de enero de 2009: Reencuentro

Fue un hermoso reencuentro. La espuma bañaba la arena. El sol enaltecido inundaba el aire, la luz de sus rayos se entrelazaba en mis piernas, entre mi pelo y los dedos se enredaban en haces que se dejaban atravesar con mi mirada. La luz de un sol de invierno, sin mucho frío. El mar abría sus olas a mis pies que inquietos intentaban enterrarse entre los granos de arena húmeda. Había olvidado lo hermoso que es el mar, su belleza, su calma, su sonido repetitivo, cuánta vida y sencillez guarda. Me fui internando, el agua fría me puso la piel de gallina, desde mis piernas hasta el cuello los poros se manifestaron, recibiendo de buena gana el agua salada. Al fin, después de 3 años de extrañarte sin saberlo, estaba de nuevo contigo, mar. Y me dijiste bienvenido, sin reservas, sin preocuparte si te había pensado o no, sin si quiera inmutarte en averiguar la razón de mi ausencia. Serías un buen amante – yo sería un buen amante si pudiera ser tan desprendido como tu -, tienes la tranquilidad del que sabe el regreso del que se zambulló en tus aguas, tienes la serenidad del que conoce su encanto con humildad, como algo inevitable, sabes que tu pequeño enigma es insondable y que por más que intentemos descubrirlo, nos esquiva. Como tus olas, es tu mito, va y viene sin poder detenerlo entre nuestros dedos, entre nuestra ciencia. Nos superas en tamaño, en simplicidad, en edad. Mar, agradezco que hayas recibido mis propias tormentas este día, que entre tus aguas hayan quedado mis oleajes de los últimos tiempos, te agradezco mar que hayas escuchado mis quejas no dichas, mis avatares más internos y me hayas dado un poco de tu tranquilidad, que hayas puesto en las playas de mi interior, del borde de mi cueva, esa serenidad tuya, ese misterio de la vida.

Mudanzas 26

8 de Noviembre de 2008: "Te cambio el café por un almuerzo..."

Ya fueron hace dos meses y un pedazo que mi vida fue tocada por el hombre de carne con hueso. Su primera muestra de verdadero interés fue cambiarme un café, que le quedé debiendo el viernes (29) que me visitó y nos conocimos, por un almuerzo el domingo. Desde entonces nos recorrimos muchas veces el cuerpo, nos descubrimos los misterios, quitando un velo u otro, nos abrazamos hasta amanecer ajustados el uno al otro, transitamos por noches - tiempo con el que contaba - por esta Ciudad del Caos.

Hoy, dos semanas después de haber finalizado las cosas, lloré. Veía un episodio de Lost, mientras de un lado de la isla un hombre muere, del otro un bebé nace: vida, muerte, hilo conductor en medio. Las lágrimas brotaron y empezaron a cruzarse con imágenes de estos dos meses, con esas manos que me tomaban con fuerza y esos ojos que me miraron con dulzura. Las circunstancias nos trascendieron, nos superaron, no se puede hacer más.

El adiós es entonces opción, lo particular es que viniera de mi, de cuidar de mi. Ahora, dos semanas después, sigo pensando que ha sido lo mejor, aunque la duda a veces me haga muecas, y me dejo llevar por los días, que me conducirán al momento indicado, siguiente, preciso, imperativo.

La vida me dice al oído: Acepta cada que te cambien un café por un almuerzo... no sabes hasta donde te lleve, pero será hermoso...

Mudanza 26

4 de noviembre de 2008: Vuelvo...

Es la noche del martes después de un fin de semana con festivo. Las cosas han dado vueltas. Los cambios, inminentes amigos de la cotidianidad, han hecho su faena. Un instante aquí, al siguiente más allí, al otro hasta allá.

"Mirando tus ojos estás diferente, cargado, con el vaso lleno" - me dice mi jefe. ¿Y lleno de qué? Me pregunto. No lo sé, pero lo siento, siento que estoy lleno. Y la escritura, a un lado, guardada en el desván, quizá haciendome el difícil con ella.

Pero aquí estoy, de nuevo, escribiendo, fiel compañía esta de las palabras. No es llenar vacío sino construir sobre ellos, tratando de no excavar demasiado, pero si cada palabra es una palada... jajjaa, me rio de mi inconsistencia.

Vuelvo, es el punto, espero que no sea por poco tiempo.

Mudanzas 25

6 de Septiembre de 2008:Hombre de carne con hueso


Ese hoyo de tu cadera donde sucumbo al deseo,

ese aro de tu ombligo en que me hundo hasta saciarme,

esos labios suaves, livianos, vitales, en los que deposito el hambre,

esas manos grandes, férreas, que moldean mi cuerpo contra el tuyo,

esas piernas flexibles que me enredan sin escapatoria,

esos ojos claros, lúcidos, fulminantes, que me embriagan de lujuria,

esa entrepierna dura, grande, que calza con mis curvas,

ese olor, a tierra, a raíz, a vos, a tentación,

esa sonrisa en la que hago equilibrio antes de dejarme penetrar hasta lo hondo,

hasta sentir que me hago energía, electricidad sobre el borde,

el límite en que tornas los ojos blancos, gimes como si fuera el último suspiro y

te dejas caer satisfecho sobre mi panza,

que abrazas, besas, lames.



Hombre de carne con hueso, con vos me entrelazo en la Ciudad del Caos,

mientras el agua crepita sobre los cristales y el techo,

vos hombre de tierra, con quien trasnocho una o dos veces a la semana,

te espero, con los brazos abiertos, el deseo dispuesto y las manos alertas.

Mudanzas 24

4 de Septiembre de 2008: Una noche con Sabines y Pinkloverbear

Anoche, viajé en colectivo a través de la Ciudad del Caos para visitar a un amigo, un PinkLoverBear. Mientras le visitaba empecé a abordar el libro de Jaime Sabines donde se encuentran sus poemas y hubo uno que abrí al azar. PLB me pidió que leyera en voz alta para escucharme, para concentrarse y para conocer un poco al poeta. Empecé a recorrer con los ojos la primera frase del poema que presento a continuación y me enganché hasta el último verso. Lo hice en voz alta como me fue solicitado, sin embargo era como una lectura a mi, en voz alta para mi mismo, como si la voz rebotara en la pared y se estampillara en mi rostro enfrentandome con cada palabra, con cada guiño de jaime, bendito seas Jaime en cualquier parte bajo tierra donde te encuentres o si estás ya en la savia de un árbol, la pluma de un ave, la pupila de un perro, donde sea que ahora repose lo que fuiste, bendito seas!

Es un temor de algo, de cualquier cosa, de todo
Se amanece con miedo.
El miedo anda bajo la piel, recorre el cuerpo
como una culebra.
No se quisiera hablar, mirar, moverse.
Se es frágil como una lámina de aire.
Vecino de la muerte a todas horas,
hay que cerrar los ojos, defenderse.
Se está enfermo de miedo como de paludismo,
se muere de soledad como de tisis.
Alguien se refugia en las pequeñas cosas,
los libros, el café, las amistades,
busca paz en la hembra,
reposa en la esperanza,
pero no puede huir, es imposible:
amarrado a sus huesos,
atado a su morir como a su vida.
Ha de aprender con llanto y alegría.
Ha de permanecer con los ojos abiertos
en el agua espesa de la noche
hasta que el día llegue a morderle las pupilas.
El día le dará temores, sueños,
alucinadas luces y caricias.
No sabrá preguntar,
no ha de querer morirse.
Oscuramente, con la piel, aprende
a estar, a revivirse.
Sobre sus pies está,
es todo el cuerpo que mira en los espejos
para conocerse, el que miran las gentes,
como lo miran.
Él se saluda en el cristal sin dueño,
se aflige o se descansa.
se da las manos una a otra para consolarse,
Oye su corazón sobre la almohada,
frotándose, raspando como tierra,
aventándole sangre.
Es como un perro de animal,
como un lagarto, como un escarabajo, igual.

Se recuerdan los días en que somos un árbol,
una planta en el monte,
hablando por los poros silenciosamente.
Llenos de Dios, como una piedra,
con el Dios enclaustrado, perfecto, de la piedra.

Uno quisiera encender cuatro cirios
en las esquinas de la cama, al levantarse,
para velar el cadáver diario que dejamos.
Ora por nosotros, mosca de la muerte,
párate en la nariz de los que ríen.
Tenemos, nos tenemos atrás, en nuestra espalda,
miramos por encima de nuestros hombros
qué hacemos, qué somos.
Nos dejamos estar en esas manos
que las cosas extienden en el aire
y nos vamos, nos llevan
hora tras hora a este momento.

Vida maravillosa que vivimos,
que nos vive, que nos envuelve
en la colcha de la muerte.
Salimos, como el baño, del dolor
y entramos a las cosas limpiamente.
Dulce cansancio del reposo,
el sol vuelve a salir y el hombre sale
a que lo empuje el viento.
(Vuelvo a plancharme el rostro en el espejo,
bozal al corazón, que ya es de día.)

Hijo soy de las horas, hijo ciego,
balbuceante, mecido en un obscuro pensamiento.
No soy éste o el otro, soy ninguno,
qué importa lo que soy, mano de fuego,
llanto de sólo un ojo, danza de espectros.
Hígado y tripas soy, vísceras, sangre,
corazón ensartado en cada hueso.
De paso voy pero no al paso
del reloj o del sueño,
no con mis pies o con los pies de nadie,
no lo sé, no lo quiero.
Me apagan y me encienden, me encendieron
como una flor en el pecho de un muerto,
me apagaron como apagar la leche
en los ojos dulces del becerro.
Fumo, y es algo ya. Bebo,
como mi pan, mi sal y mi desvelo,
me dedico al amor, ejerzo el canto,
gano mujer, me pierdo.

Todo esto sé. ¿Qué más?
Guerra y paz en el viento,
palomas en el viento de mis dedos,
tumbas desde mis ojos,
yerbas en el paladar de este silencio.

Hablemos poco a poco. Nada es cierto.
Nos confundimos, apenas si alcanzamos
a decir la mitad de esto o aquello.

Nos ocurren las cosas como a extraños
y nos tenemos lejos.
He aquí que no sabemos.
Sobre la tierra hay días ignorados,
bosques, mares y puertos.

Jaime Sabines. La Señal. 1951.

Mudanzas 23

25 de Agosto de 2008: Risa...

Es una noche de sábado. La lluvia ha bañado por horas y de manera copiosa las calles, generando más frío que el de costumbre. Una larga jornada de trabajo, horas no esperadas de labor y en este momento ya voy caminando por la 13 en dirección al antro de siempre, al lugar de humo, música, miradas y algo de lujuria.

Voy en compañía de mi amigo D., el indiscutible cómplice de las noches de baile, risa y encuentros. D. es un hombre de treinta y pico, me mata si descubre que revelo su edad así sea con seudónimo, atractivo, inteligente, sagaz, en busca de amor, de encontrar otro hombre tan inteligente, cariñoso y sagaz como él, que tenga iniciativa y como dice "que sea machito"... si, tengo un amigo que dice eso y le comprendo a qué se refiere, le respeto, cuestión de gustos y placeres. Se admite total y ciento por ciento pasivo, rol que algunos niegan por una extraña mezcla de inseguridad y miedo, por un temor a poner en duda su "masculinidad". Ser pasivo es ser penetrado y para algunos eso es estar muy cerca de ser mujeres... que tampoco es la gran cosa, no veo el sentido de avergonzarse por parecerse a una mujer, ni porque fuera una gran mancha... pero aún se interpreta así, sin embargo no es el caso de mi amigo: "Quiero un hombre activo", dice, repite, grita a los cuatro vientos y algunos se escandalizan, a mi por el contrario, me encanta.

Una vez dentro del sitio, el edificio G, después de 15 días de no venir, me quedo mirando los hombres que van y vienen por el espacio, deslizándose entre la música con sonrisas falsas, poses femeninas o machificadas, miradas penetrantes, escotes prolongados, vasos vacíos y medio llenos de licor, posudos, posando para un lente invisible que asumen que hay en los ojos de cada uno, cada mirada es como un flash para algunos que no quieren tener un mal ángulo, una posición inadecuada que deje en evidencia sus defectos - bueno, imperfecciones normales de ser humano que quieren anular con maquillaje, ropa y gesto artificial-.

No puedo evitar sonreir, lentamente voy transformando esas comisuras en apertura, para terminar con una gran carcajada. D. me mira inquieto, no se sorprende, me conoce, algo debo estar pensando, así que me lo pregunta. Le muestro con la mano el derredor, la gente falsa, hipócrita, llena de buenas intenciones, poses y figuras. "Me da risa" le digo, "la gente gay... somos muy chistosos". Un silencio se prolonga entre los dos, mira alrededor a los otros hombres y alguien que nos acompaña hace lo mismo. "Creo que me seguirá dando risa siempre. Todos estos hombres se hicieron gay para poder seguir riéndose el resto de la vida". Y no paro de reir durante el resto de la noche.

¡Que paradójico!

Mudanzas 22

21 de Agosto de 2008: Bogotá, ciudad rota

Era una noche fría en Bogotá, la rota. Algo de agua ha pasado por las calles, bañando el asfalto, dejando nuevamente a la ciudad con ese hálito húmedo que termina por caracterizarla. Estaba incómodo. Uno de esos buses que le han añadido un par de filas de sillas haciendo que la rodilla ni siquiera quede holgada sino ajustada contra la silla de adelante. Llevaba el paraguas de la empresa, la maleta con este portátil ( a veces me siento un caracol ) y miles de ideas laborales en mi cabeza.

A medida que subía por la 45 buscando la 7, fui dejando atrás instructivos, contratos, selección, talento humano, palabras que se han hecho regulares en mi cotidianidad y que esta semana han resultado un tanto más aceptables que otras veces. Me empecé a dejar llevar por el movimiento que percibía en los andenes, las personas de bogotá, las situaciones e imágenes.

Una vez en la séptima pensaba en mi comida, qué cenaría. Una arepa con queso en un lugar que me encanta, del cual no he podido prescindir - al cabo que ni quería, dirían los que vivimos chespirito -... en fin... se detuvo el bus, era el semáforo de la 49 con 7. Miraba a través del cristal con algunas gotas. Una pareja de 45 o 50 años hablaba con una chica joven que al parecer preguntaba qué transporte le serviría para llegar a cierto sitio... la miré a los ojos y me reconocí en ella hace dos años y medio, cuando llegué a esta ciudad, una ciudad grande, agitada, caótica, fría, deliciosa y encantadora.

Me reconocí en su mirada, en su pregunta, en su inquietud, regresé a ese momento cuando no me representaba en mi cabeza más que la longitud de una septima que iba desde la candelaria hasta la Pepe Sierra, donde entonces vivía, volví a ese momento en que transitaba la once sin rumbo, sin destino, sin función, sin sitio, alojado en casa de un desconcido, con una amiga a la que hoy quiero más que entonces, sin saber qué sería de mi, a dónde me conduciría este viaje de vida, este giro. Y una lágrima se desgajó confundiéndose con el cristal... como pasa el tiempo, ya no se es el mismo, ya no se está en el mismo lugar que al principio...

Creo que aún no sé cuál es mi destino al caminar por las calles de Bogotá, Bendita Ciudad del Caos, templo de cemento, luciérnaga de mi tránsito, reencuentro con mi soledad, descrubrimiento del NO, ciudad loca, desquiciada, agresiva, que empuja, que tiende a expulsar y yo braceo hacia dentro, hacia vos más y más, te quiero penetrar, ciudad esquiva... ¡ponte ante mi, no seas cobarde, quedate quieta, levantate hacia mi que nuevamente aquí voy a romperte de nuevo!

Mudanzas 21

3 de Agosto de 2008: Diálogo (de) sordo(s)

Nuevamente enfrentado al espejo. Tu eremita tan lleno de cargas y yo tan vacío. No han sido días fáciles y ninguno de los dos entendemos por qué... hasta se nos ocurrió el día de hoy convocar una reunión con Esteban y Balthazar, estos otros dos que nos (me) habitan. Sin embargo para qué un chocolate y un pan si no nos dará luces, no nos guiará a la respuesta.

Respuesta, res-puesta, res-pues-ta, fragmentación, tratando de generar nuevas relaciones pues-resta... y de pronto en esas andamos, restando, quitando, capa sobre capa, la cosa es qué las montó ahí, para qué fueron invocadas.

Res-piración, uno, dos, tres, suelto, con cada bocanada pretendo expulsar nostalgia, soledad, y entonces el eremita se incomoda, si, me mirás, como diciendo que te sigo necesitando como antes... y si ya no! y si sólo sos parte de los vestigios del que soy! y si ahora necesito a otro, a mi, a este que está vacío. Vacío + Silencio = posibilidad de creación. Y vos Eremita, te estampillo tus prejuicios en la cara asi mañana me arrepienta y te deba de pedir disculpas de nuevo.

Y que? (con alzada de hombros)

Mudanzas 20

23 de Julio de 2008: Me visitas...

Sobre las tablas descansaba mi cuerpo sudoroso y caliente en contraste con una de las noches más frías de la última semana en la Ciudad del Caos. Sentí el peso completo de mis músculos y huesos y el profesor me invitó a cerrar los ojos. Empezamos a visualizar, guiados por su voz, un cielo estrellado y nocturno mientras lentamente nos elevabamos del suelo, superábamos el techo del teatro y observabamos la ciudad desde las alturas. Nos propuso jugar, dar piruetas, ir adelante y atrás y fue inevitable que sonriera, que me regocijara en la solo posibilidad de hacer semejante alboroto en mitad del Cielo de la Ciudad del Caos. Un deleite para los sentidos.

Sobrevolamos la ciudad mientras el amanecer cubría las figuras rígidas de los edificios de muchos pisos. Buscábamos una pradera larga en la cual debimos volar en balanceo hasta dejarnos tumbar en la hierba. Entonces debimos cerrar los ojos y encontrarnos con alguien más, según nuestro guía alguien a quien quisiéramos mucho, a quien amáramos, y tal vez por la conversación de un par de días atrás, tal vez porque te quiero ver hasta en sueños, tal vez porque estás aquí aunque estés allá, o tan sólo por la nostalgia, extraña hechicera, llegó justo tu recuerdo en primer plano mi Danae, te veía venir a lo lejos, con uno de tus bolsos, tu pelo negro suelto, transitando en suaves pasos una de las avenidas de Buenos Aires. Debimos abrazarnos y lo hice con fuerza, tratando de materializar la visión, intentando asir entre los brazos el recuerdo de un justo apretón de los que me diste el año pasado cuando te visité o este año cuando viniste a mi aposento, buscando capturar algo de ti en ese encuentro sólo presente en mi pantalla interna... sin embargo lo percibí vívido, tu sonrisa, tu frescura, tu deseo de tomarnos un café en cualquier cafetín de Callao o Corrientes y entonces debías sacar de tu bolso una esfera luminosa, pequeña, color magenta y entregármela. La tomé sonriendo, agradecido, entre mis manos y me ordenaron que debías desaparecer para retornar a la pradera y yo no quería, no te quería dejar ir, por fin te tenía de nuevo cerca, te olía, te escuchaba respirar, te podía decir mirando tus ojos profundos cuanto te quiero, pero la orden fue mandato, debías desaparecer y en medio de una bruma, que no sé de donde saqué, te fuiste desvaneciendo hasta quedar solo, el eremita con una esfera magenta luminosa, que posteriormente debí introducir en mi ombligo... pero lo que quedó en mi cuerpo fue la sensación grata de una de tus maravillosas visitas a conversar sobre la vida, el amor, los hombres y la tristeza.

Mudanzas 19

13 de Junio de 2008: Me reencontré con Daniel

Hace dos días sucedió algo sumamente importante para mi, me reencontré con Daniel. Cada reencuentro con una persona nos evoca el volver, el cruzar de nuevo, el tomar un espacio de tiempo en la línea de la vida, dimensionar los cambios, el crecimiento, y nuevamente poner frente a frente a los mismos, o no a los mismos, porque son diferentes. Este fue el caso hace dos días.

Daniel es un joven que está por cumplir 17 años. Le conocí hace dos, fui su psicólogo y lentamente, ético o no, fui generando otro tipo de vínculo un tanto más afectivo con él. No le veía hace aproximadamente un año, un año en que me han pasado demasiadas cosas y a él también. Hablé y hablé, como nunca, como mi rol ante él no me lo permitía anteriormente, increíble como los roles terminan siendo quizá armaduras, quizá disfraces, quizá posturas. Daniel me escuchó, un poco intimidado por mis palabras, porque antes no había sido como fui, hablando de mi mismo, antes siempre evitando hablar de mi Ser. Escuchó y escuchó... y me escuché, diciendo cosas que antes no me hubiera atrevido, entre ellas anunciando mi apoyo, mi compañía, mi permanencia en su vida.

¡Que extraña idea de prolongar mi estadía en su cotidianidad!

Pero ahi estaba, diciéndolo y ahora estoy dispuesto a hacerlo... he pensado en ello, en como pasamos diciendo tanto y haciendo poco, un porcentaje mínimo de lo que anunciamos... por ello me dispongo a hacer, no sólo con Daniel, conmigo, con los otros, con mis días.

Mudanzas 18

8 de Junio de 2008: A vos que me obligás a escribir...

Eremita, jugador de palabras, verso y anverso y reverso de mi, me tomas de la mano y me conduces a las honduras de la montaña, seguidos solo de tu bastón y lumbre, una lumbre enigmática que guarda el secreto de aquello insondable que de mi no logro descifrar. La luz llega hasta el borde donde la oscuridad se encoge, huyendo, evitando el contacto, alargando siempre el borde.

Camino a tu lado y te miro con interés, eremita, mi otro lado, mi mismo lado, yo. Tu rostro es inquietante, tu mirada unidad, me tocas y siento tu tibieza, me abrazas y siento tu dulzura, tu com-pasión. Me hablas de la soledad como de un amanecer, me invitas a leer como quien disfruta un vaso con agua después de estar al sol, me seduces al silencio como un hilo de agua que deja de brotar entre la vegetación, natural.

Eremita, yo, eremiyo, yomita, que palabrería barata... es solo que me arrastraste aqui, frente a al pantalla, con el teclado en los dedos y aún me pregunto por lo que quieres decir a través de mi... tal vez no sea más que tu instrumento, tal vez sea al revés y te pongo a decir lo que no me atrevo... sin embargo en tu cueva, a dos metros de mi silla, donde veo que comienzan las dimensiones de mi colchón, te anuncio, me retiro, me levanto, me despierto y ya vengo, volveré a tu montaña, espérame con esa sonrisa de siempre y los brazos abiertos, que cuando regrese te traeré noticias de afuera, donde la vida transcurre sin pausa.

Andrés

Mudanzas 17

2 de Junio de 2008: Retorno

La oscuridad se va diluyendo en medio de una nostalgia indescifrable,

una sin razón.

El día ha estado calmo, mi espíritu dormita entre las paredes de una habitación reorganizada,

sin embargo susurra una voz, la de la soledad. Afortunadamente ya no grita, como ayer o antesdeayer

o antes de antesdeayer.

Se constata a cada paso como devendrá el siguiente y el ya dado se pierde en el camino, bajo el polvo.

Implacable el camino se extiende y la interrupción es incognoscible - si o no Frank, ineludible e impredecible -.

La tarde frente a la caja de fantasías, viviendo por otros, con otros dramas, descentrándose.

La noche, con ella se vuelve al mi, flotando en mi colchón que no se mueve de su sitio, recordando el deseo.

La posibilidad.



Eremita



P.D: Otros, esos Otros que no olvido hacen de las suyas: Danae explora de nuevo el siempre nuevo amor, La Emperatriz termina sus obligaciones y responsabilidades con la tierra de sus raíces, la Chica H debe estar esperando mi tarea que no he hecho, Lucía - por ahora Lucía, ya descifraré tu verdadero nombre - descarga uno tras otro inti illimani cd´s, El emperador de Fianot, con resignaciòn termina de escribir sus deberes mientras se sacude el mar en las costas del imperio, El Grillo no lo oigo cantar hace rato pero debe seguir escuchando el mundo sin saciarse, El cómplice debió disfrutar del cine ayer en la Gran Estación, Pavis escarba con las garras las oportunidades en una ciudad con Nuevos Aires y la mujer asimétrica, con una teta más grande que la otra... de ella no sé, su nueva vida aún es un misterio para mí.

Mudanzas 16

5 de Mayo de 2008: Moonólogos entre dos

Eremita: Carajo no has vuelto a escribir!!!

Yo: Lo lamento, eremita. No he tenido el tiempo.

Eremita: Siempre sacás la excusa del tiempo.

Yo: Y no sé sobre qué escribir.

Eremita: Como que no, la ida a la feria del libro, la bailada el sábado, la conversación con Lucía, el encuentro con el hombre de los cuatro elementos, la lectura de tarot a Hipito... tantas vainas, qué tal todo lo que hemos estado pensando.

Yo:...

Eremita: Claro, es eso, te quedás sin palabras cada que te hablo de lo que hemos estado pensando.

Yo:...

Eremita: Hasta cuando vas a aguantarte las ganas de escribir de eso... otra vez, como antes, así no parezca coherente, la escritura es un juego de lenguaje.

Yo: ssshhhh....

Mudanzas 15

1 de Mayo de 2008: Que los siga cumpliendo...

El día de ayer se realizó una celebración en honor a mi cumpleaños. Aquellos que fueron invitados tenían una tarea dividida en tres:

Llevar un objeto que les trajera un bonito recuerdo y que estuvieran dispuestos a regalarme.
Contarme en qué consideraban que había crecido en mis 27 y qué me deseaban para los 28.
Dedicarme un poema, texto, reflexión, canción, etc.
Fue una gran celebración, mi corazón palpitaba fuertemente con cada una de las entradas de las personas que asistieron. Francisco, corazón de melón, Leo, mi verso bogotano, David, cómplice de andadas, Lucía, compañera inigualable, Cesar, compañía de Leo, Johan (en alma, el cuerpo lo tenía reteenfermo y aunque estaba en el mismo piso, no conseguia moverse de su cama hasta el apartamento de Frank), Eduardo, novio de Johann, La Chica H., con su sonrisa contagiosa, Diego, amigo bailarín como trompo, importado desde cali, Julián, compañía de Diego, Diviana, amiga divina, Rene, novio de Diviana, Ruben Acero, me mata si no pongo completo su nombre, importado de Palmira, Cesar Alvarado, el hombre de empuje, Jose I, compañía de Lucía. Todos ellos en cuerpo y alma, y otros tantos a través de sus palabras, o una canción que me los recordaba, o cualquier gesto que me los evocaba, amigos de antaño, de mi Cali querido, personas de esta ciudad que aunque no estaban las tenía ahí (El Emperador de Fianot, rGrillo, SpiceBear, Corazoncito, Algodón de Azúcar, Heidi Iomara, Edward, mi madre, mi abuela, mi padrastro, Alejandra, mi hermosa hermana, entre otros).

Bueno, la noche avanzó lentamente, dejando que por cada una de las ranuras del tiempo que se iban abriendo se colara el gozo, el disfrute, la creación inevitable de recuerdos que permanecerán en el transcurrir de los días. Hice un brindis por cada uno de los que estaba ahí, por los que el día de mi cumpleaños y después me manifestaron su aprecio, esta vez he valorado más que nunca el amor con el que cada uno se ha dirigido a mi con palabras cariñosas, de festejo o de solemnidad, con las diferentes maneras que me han dicho Felicidades. He sentido que la gente que me rodea quiere lo mejor de mí y para mi, que todo el tiempo vibran para mi bienestar como yo para ellos, me he sentido en reciprocidad y eso me gusta, me maravilla, me place…

Los regalos fueron sumamente hermosos y quiero resaltar esos regalos que fueron parte de recuerdos o que fueron recuerdos en sí mismos…

Gracias Lucía – detrás de ello también se encuentra Danae, gracias también, y Carmen que lo “cabrestrió”, ah! Y doña Rosalba que lo guardó - por el afiche de Cortázar, tienes razón, lo buscamos por Florida, por Callao, por Corrientes, en toó’lao. Al fin con tu magia y a distancia – insisto las manos de Danae fueron cómplices – conseguiste que esté ahora en mi habitación y en par de días en una de las paredes. Inevitable, ese afiche sellará el recuerdo de nuestro viaje a (los) Buenos Aires.

Francisco, gracias por entregarme el corazón de Tiffany’s, que representa según tus palabras la ilusión del afecto, la fantasía del amor, supongo que es ese latir, ese sonar de trompetas, ese colorear de arcoíris las mañanas cada amanecer. Verás que el verdadero amor no me llega solo a mí, sino también a ti que estás dispuesto a su encuentro. Como dice tu Arjona, agradezcámosle a todos los de antes que te han hecho quien sos y que te han traído hasta este punto, donde un hombre maduro y pleno te hará feliz.

David, aunque no lo llevaste, el espantapájaros estuvo en mis manos, tu corazón con paja, palos y gorro, tu primer encuentro de frente con tu capacidad de amar. Gracias por ese personajillo, que aunque no lo he visto ya me parece hermoso, aquello que invoca lo espero, un amor que me sacuda, me adore también y me haga feliz como una perdiz.

Leo, verso bogotano, gracias por esa bufanda. Sé cuanto valoras esa prenda, sé cuanto valoras tus recuerdos, sé lo importante que fue el viaje a Europa, sé el afecto que debes sentir por mí para ofrecérmela sin reservas. Que lindo ver como estirabas tu brazo franco, entrega total. Cada que me la ponga me sentiré caminando con aires ajenos en mi rostro, la sonrisa de tu rostro enmarcado por esa barbita de días, será motivo de evocación.

Chica H. ese libro que te abrió puertas y te presentó un nuevo mundo lo tengo ahora en mis manos. Como decías es sencillo, de papel pardo y de tapa de cartón, es sencillo y eso lo hace sumamente hermoso. Debe haber entre sus hojas un tesoro que no alcanzo a dimensionar para que entre tapa y tapa decidas dármelo. Todo lo que viene de ti, tiene un profundo valor, sé que este obsequio no es la excepción. Lo leeré de primero porque la curiosidad me puede. Ah! Gracias por el texto de la intuición, estoy seguro que la usé al acercarme a ti. (es en este momento de mi escritura cuando el ojo se me "agua")

Diego, las fotos son mi pasión honda y tu bien lo sabes. Que hayas tomado una y me la hayas dado en ese marco hermoso –que hizo Julián -, ha sido de sumo valor. Abriste una ventana, una grieta en el tiempo, quitaste el papel tapiz sobre la pared y pude ver la ranura, asomarme a ella y volver en el tiempo en tan sólo segundos. Una imagen vale mucho más que mil palabras y esa imagen, de un cumpleaños tuyo, fue una larga carta en que me recordaste nuevamente el origen y la celebración de nuestra amistad.

Ruben Acero – he de escribir siempre el nombre completo – me diste el libro. Hace un año te lo dieron y una tras otra vez lo has leído como dijiste. Tenerlo ahora en mis manos es hermoso, sobretodo por los sitios donde dice Andrés. “Mi corazón… pegado a ti, sin opción, sin remedio”. Ese conocerme, ese comprender quien soy, resulta sencillamente lindo. Con mi propio corazón pegado a ti te digo Gracias.

José I., quedaste en mitad de tus palabras. Lo lamento, el tiempo se eclipsó con la llegada de Diviana. Tampoco tuviste la fuerza de retomar. Esperaré, tu como yo, taurinos pacientes.

Diviana, niña divina, que hermoso regalo me has dado. Un cono gigante, como el de nubeluz, relleno de 365 dulces para que cada día del año me coma uno. Te recuerda tu infancia, en la que tomabas un dulce de esos, lo metías en tu boca y el paraíso te rodeaba. No hablaste de quién te daba esos dulces, yo lo sé, y eso hace más valioso tu obsequio. Graciasss.

Ah! Y como olvidar los únicos tres que respondieron con juicio al llamado vía e-mail - hasta que no vea ese video no las meteré a ustedes, chicas -: Juan Pavis, hermoso hombre que me mostró el amor sin proponérselo, Lucho, incansable amigo con el que aún hablo por horas, y Oriana, flakis preciosa, que no podré olvidar.

A todos ellos, a los otros, a cada uno, muchas gracias, han hecho de este cumpleaños, algo inigualable... y si, como me dijeron por ahí, -gracias grillo- ¡¡¡¡esto me pasa por calabaza!!!!

Mudanzas 14

29 de Abril de 2008: Feliz cumpleaños a mi...

El día de ayer culminó mi ciclo vital número 27 y se abre ante mí, prometedor, misterioso, incierto, el nuevo ciclo: el 28. Estoy a la expectativa de qué traerá de sorpresas, crecimientos, cambios, tristezas, motivaciones... este año finalizado fue diferente a los anteriores, ingresé en un universo que hasta el momento me resultaba desconocido e incluso repelía. Sin embargo, adentro, sumergido en él y gracias a las capacitaciones, fui conociendo gente, mucha mucha gente, con visiones muy humanas - empezando por mis "socios" - que me fueron mostrando otra manera de enfrentar esa burbuja organizacional. Ahora, adentro, he recordado mi origen y esencia, asumiendo mi lugar desde quién soy.

En el amor, viví dos experiencias, un amor furtivo, rápido, tipo amantazgo, grato, delicioso, con sus inconvenientes, el deseo de más tiempo a su lado y la "no respuesta" de parte de la persona; en noviembre inicié una relación que finalizó en Febrero, un amor que me dejó bellas emociones, bellos recuerdos, bellos momentos. De ahí he quedado con muchas claridades de a quién y de qué forma quiero a mi lado.

En salud, ni qué decir, estable. En dinerillo en recuperación y pago de deudas. En lo social, la maravilla de contar aún con mis amigos y amigas de Cali, a quienes sé que puedo buscar y encontrar, y lo espléndido de haber encontrado hombres y mujeres en esta Ciudad del Caos que me escuchan, me acompañan y me hacen sentir querido. Gracias a cada uno.

De la literatura, sigue en pie, leo. Este espacio es una gran herencia para mis 28, escribir, escribir, escribir.

Como canta Mercedes: "Gracias a la vida que me ha dado tanto, me dio luceros que cuando los abro, perfecto distingo lo nego del blanco y en el amplio cielo su fondo estrellado".

P.D: Tiene razòn el cantaor del Grillo, como dejar de nombrar mi realizaciòn del concierto de Bjork en Buenos Aires a grito herido: Bacherolette fue maravillosa, pero lo más fue Pluto. Me debe Joga.

Mudanzas 13

27 de Abril de 2008: Son como polvo

"Un hombre solo, una mujer

asi tomados de uno en uno

son como polvo, no son nada,

no son nada"

Palabras Para Julia, Interpretada por Liliana Herrero.



"Un hombre ambicioso se encuentra tumbado en su lecho. A su lado, la mujer que ama le acaricia el vientre, el torso desnudo y él se va enredando en la excitación. En la misma habitación, otro hombre dormita ingenuo, ya ronca. El hombre, el primero, lo llamaremos H, estira su brazo y lo introduce bajo la pijama del segundo, que llamaremos L. L inquieto se voltea y de pronto tiene entre sus piernas la mano de H. En medio de la oscuridad L no entiende qué sucede, no puede ver como G, la mujer, tiene su propia mano entre las piernas de H encargándose de su erección, fuerte, férrea, tibia. L se acerca dudoso y cuando pone la mano en el viente de H, éste se estremece y lo empuja contra su cuerpo. Empieza el encuentro entre las tres tibiezas, en medio del frío de una ciudad que persiste en su helaje, dos hombres y una mujer, entrelazan sus erotismos, en una lucha por satisfacer sus deseos. Helena, el caballo de Troya y París, se debaten en una guerra de intensos humores, de calores aguardados entre sus pieles, que en roce producen energía. Dos hombres, uno orientado a otros hombres, y una mujer, que ama profundamente y por eso se entrega. Total, los sudores se mezclan, los jadeos se entrecruzan y la excitación, tierna y despiadada testigo del encuentro, se deja caer al final de una madrugada custodiada por la Ciudad del Caos...."

Mudanzas 12

20 de Abril de 2008: La campana

Anoche sonó la campana. Un cimbronazo fuerte, contundente, el golpe de un mazo en la cabeza, el aturdimiento, la incomodidad, la reacción. No puede tenerse esa revelación y pasar incólume.

Llevo días, como este blog lo atestigua, cuestionándome en varios aspectos. Es como una revisión forzosa, y paradójicamente voluntaria, de mi vida, de mis días. Entre los temas más fuertes está mi rol actual a nivel laboral, profesional, mis jornadas de gerencia, mis labores de capacitador, mi mente abierta al apre(h)endizaje de lo organizacional . Esta inmersión en las profundas aguas de lo empresarial me ha devanado el seso en el lugar que ha cobrado mi profesión: la psicología. Días han pasado sin que tome un libro al respecto y cada que me los topo en el camino, la boca se ensaliva más de lo normal, sin remedio, como la revelación de mi deseo. Mi deseo está puesto en mi servicio como psicólogo, en la escucha, la comprensión, el cuestionamiento y el ofrecimiento de valores para la consciencia, y es en el momento en que lo dejo de lado, que la insatisfacción sobreviene.

El viernes tuve una capacitación, un grupo de mujeres de un contact center de un periódico importante a nivel nacional cuyo tema principal es el mundo económico y empresarial. Son mujeres que requerían, según solicitud expresa de su jefe, fortalecerse en las habilidades del mercadeo, en el cierre con el cliente, en la indagación de razones y la argumentación de producto. Se diseñó para ellos un aspecto de proyecto de vida, orientado a la sensibilización al cambio, a la flexibilidad frente a esa posibilidad. En la noche, justo antes de caer en mi sueño, después de haber llevado a cabo el taller, me sentía sumamente insatisfecho, sentía que no había hecho bien mi trabajo y que no conseguí llevarlas donde lo deseaba.

El día de ayer, quizá producto del cansancio, de los nervios del reto de hoy y de los pensamientos que me venían rondando, sobrevino un lapsus mientras recogía los materiales del seminario que tenía que llevar a cabo. Había estado hablando con la chica H. sobre mis elucubraciones, mis inquietudes, ella pacientemente me había escuchado y dado ánimo, “A vos te sale bien, no te preocupes”, me dijo – que linda mujer -. Después, cuando metía la maleta en el automóvil de mi jefe, ella me preguntó de donde había surgido una idea de cierta actividad que se haría en el seminario y la respuesta mía fue:

- La idea fue mía. Yo solía hacer eso con la gente cuando ERA psicólogo.

ERA, repiqueteaba la campana, ERA, me cimbraba la cabeza, ERA, me aturdía un aullido interno, ERA, las lágrimas internas se derramaban, ERA, lo había llegado a decir. Y me quedé en silencio. Llegué a mi casa, terminé la presentación, llegó Lucía y me preguntó por mí, le contesté que no quería hablar de mí. Necesitaba el silencio. Ella me narró sus aconteceres en la celebración del cumpleaños de su sobrina Ana, yo escuché. Una vez terminé todo, me cepillé, me acosté y caí profundamente dormido.

Esta mañana me levanté sumamente temprano. La campana había sonado. Llegamos al hotel donde sería el seminario. La campana había sonado. Acomodé los materiales y los equipos. La campana había sonado. Empezaron a llegar los participantes. La campana había sonado. Fui al baño justo antes de empezar y frente al espejo, me miré profundo a los ojos mientras me decía: “A. la campana ha sonado. Es hora de hacerla sonar con tus propias manos”. Y entonces ingresé en el salón, tomé mi energía, mi saber, mi experiencia, mi posición de vida y ofrecí uno de los mejores trabajos que he hecho hasta el momento. Hice sonar fuerte la campana, transformé su sonido sardónico en una vibración que inundó de bienestar mi espíritu y el de los que ahí estaban, y en medio de esa comunión me sentí renacer, sentí que Soy de nuevo, que tengo la posibilidad de reinventarme.

Y ahora que la campana no sonó a secas, sino que la toqué, me dispondré a re-tomarme, a re-valuar y darle su lugar a aquello que hace parte fundamental de mi DESEO, ese quien soy aquí, allá o acullá.

Mudanzas 11

19 de Abril de 2008: Chat-eando

Se empieza a abrir una ventana tras otra y con cada uno se puede iniciar una conversación: es el chat. Hombres de toda índole, que no se encontrarían quizá en condiciones ordinarias de su cotidianidad, confluyen en un mismo espacio que existe solamente en la pantalla de un computador – o alojado en un servidor de algún país lejano -. La única forma de comunicación es la imagen, una pequeña foto, y las palabras escritas, principalmente el nick o frase de presentación y el saludo.

Cada uno de estos hombres revisa una y otra vez sus fotos buscando una que le ofrezca la mejor visión de sí mismo, una imagen que lo represente, para “colgarla” en su perfil. No siempre es la de cuerpo entero, en la mayoría de ocasiones son fotos de mutilados, sin cabeza, sin brazos, sin piernas, solo la risa, solo un ojo, solo una erección, solo las nalgas, trozos, pedazos de ellos que no alcanzan a conformar una figura. Lo peor es que el que ve, el espectador, el que busca, le basta el trozo, un pedazo le llama su atención, lo fija, lo amarra y lo motiva a abrir la ventana: “¿Qué buscas?” O “¿Dónde vives?” O hacen alusión a su Nick, donde cada uno puede decir los centímetros que alcanza excitado, o habla de su rol, pasividad, actividad, 50/50, o una frase célebre, o algo inconexo, incongruente que causa seguridad por su falta de coherencia, o frases “candentes”: Activo324; 69_Hot; 23_centim; lohago_rico; mamaor; entre otros.

Intenta sostener una conversación regular y difícilmente se conseguirá su atención. Muchos ingresan, recorren fotos, miran información adicional, eligen, saludan y concretan. Las noches – las mañanas y las tardes – se plagan de encuentros entre hombres homosexuales que se ven por vez primera en un medio intangible y después se citan a tomarse un café, a desencontrarse, a penetrar sus cuerpos o a tratar de asir un amor esquivo, que tal como jabón mojado, sigue deslizándose entre sus manos.

Mudanzas 10

17 de Abril de 2008: La caja oscura

“- Soy una mujer común y corriente. Nunca pretendí ser otra cosa”

Naomi Watts, The painted veil

(Mala traducción: Al otro lado del mundo)


Hoy, como hace mucho no lo hacía, fui a cine solo. Llegué a casa con una sonrisa entre los labios, con un tararear y con la cabeza centrada en los campos que los paisajes, aparentemente orientales, mostraban al espectador de la sala. La película se llama The painted veil - como cosa rara tiene una traducción de espanto: Al otro lado del mundo -, se trata de una pareja que va descubriendo el amor entre ellos, después de haberse casado: él con la esperanza de que ella lo amara algún día y ella con la esperanza de huir de los lazos familiares que empezaban a ahorcarla. Sé, la trama no es novedosa, pero la manera de contarla es grata, entretenida...

No voy a entrar en más detalles porque no quiero tirármeles la película y porque lo realmente importante no es qué me vi en el cine, sino que fui a él. Salí de mi oficina, caminé sobre la 7 que a esa hora, 5:30 p.m., se encuentra llena de carros en ambos carriles hacia el norte y atestada de transeúntes, sobretodo universitarios, que van en todas direcciones y con agitación.

Esa es una de mis sensaciones preferidas en esta Ciudad del Caos, caminar lentamente mientras los ciudadanos caminan presurosos por las aceras, unas más angostas que otras, pero todas llenas. Entre las 5 y las 7 de la tarde, los habitantes de esta ciudad parecen hormigas a las que les has pateado su nicho, alborotados van de un lado a otro, sin aparente rumbo, tropezando, encontrándose de frente con los otros, sin mirarse siquiera el rostro, la mayoría de ocasiones… dicen que es el mal de las grandes ciudades y aunque la experiencia de Buenos Aires me tumbó muchos mitos al respecto, no entraré a argumentar, ni a discutir aquello ahora…

Decía que caminé por la 7, bajé por la Calle 72 y arribé al Centro Granahorrar, donde existe una costumbre subterránea entre los hombres homosexuales: encontrarse en los baños y hacer de distintas formas “quicklies”; inevitable que mientras ingresas te topes con dos o tres que miran buscando aquello que no se les ha perdido y con ansias de encontrar un intercambio pasional en cualquiera de los pisos, en cualquiera de los orinales o cubículos con inodoro, ¡Que desastre!

Bueno, en Granahorrar fue que ingresé al cine. Me tomé un tinto antes, leí mi libro de Eco, me compré un cubo mediano de crispetas – o palomitas de maíz – sólo para mí e ingresé en la oscuridad de la sala, sabiendo que me aventuraba a un viaje de dos horas… cuanto lo disfruté. No experimentaba ese inundarme de historia hace mucho, ese introducirme en vida ajena a través de un lente, ese contemplar la imagen en un goce solitario y pleno de los colores, las formas y el sentido narrativo que puede tener. El lagrimear con una escena conmovedora, el percibir el crecimiento de los personajes en la historia, el reirme de las situaciones paradójicas, el recordar, con la película en sí y para ser más exactos con palabras de la protagonista: "es que los seres humanos somos complejos, nos equivocamos y cometemos errores"... la humanidad a través de la construcción de un universo simbólico encerradito en un rollo de 8 mm. El cine.

¡QUE VIVA EL CINE! - ya que Andrés sólo lo dijo de la música -.

Mudanzas 9

17 de abril de 2008: Palabras prestadas

Hoy, Algodón de azúcar, como su nombre lo indica “hombre dulce con el que permanezco en constante comunicación”, me escribió unas hermosas palabras que a continuación cito:

“Que sería del hombre sin alma, sin esa necesidad de nacer de nuevo cuando quiere expresarse, sin el deseo de que otros te lean, te escriban te interpreten cada vez que decides vaciar tu interior.....seríamos como pajarillo herido con deseos de alzar vuelo, como vela sin viento que la impulse, como corazón solitario en busca de un amigo.......gracias a Dios estas allí, haciendo que mi vuelo sea alto, que mi corazón se mueva cada vez que te recuerdo, que el impulso sobre las aguas de la vida sea un refrigerio.....”

Gracias a ti Algodón de azúcar, que sorpresivamente iluminas mis noches aciagas, que alegras con tu voz una tarde cualquiera en que el sol se oculta, que llenas de palabras mi mail justo el día en que mi ánimo lo requiere, que sostienes conmigo conversaciones donde me redescubro y te permito reflejarte, conversaciones que paso a paso, palabra a palabra, centímetro a centímetro, me permiten revelarte, conocerte mejor, hacer más íntima esta amistad profunda que a pesar de la distancia, no se menoscaba por el tiempo, ni por los afanes diarios. Gracias, mi algodón de azúcar.

30 de octubre de 2009

Mudanzas 8

16 de abril de 2008: ¿Cazando mariposas o no?

Me acerqué a la chica H. para hablar de mi salida del día de ayer con el emperador de Fianot. Ella comprensivamente, con su particular sonrisa, me escuchó hasta que terminé. Una vez finalizado mi relato, corto y sustancioso, con dosis de reflexión personales, la chica H. me dijo que se notaba que ya estaba en la onda de esperar las mariposas, arrugué el ceño y le pregunté a qué se refería:

- Ayer hablaba con mi chica y le dije que antes me dedicaba a cazar las mariposas. Ella se acomodó en su silla, se dispuso a escucharme y me dijo que le interesaba lo que tenía por decir, que eso sonaba a profundo y largo… –

La chica H. hizo una pausa en su discurso como cuando se organizan las palabras apropiadas, la imagino ayer frente a la mujer que está revelando en este momento, una oportunidad de redescubrir el amor y redescubrirse como una nueva mujer en ello, no sé a dónde la conduzca este nuevo camino y ella tampoco pero eso le atrae y se quiere internar, no me cabe la menor duda:

- Hace tiempo me dedicaba a cazar las mariposas en el campo, tras ellas con una red o con las manos, saltaba de un lado a otro tratando de cogerlas, sin conseguirlo o haciéndolo y dejándolas heridas en esa vulnerabilidad propia de ellas; realmente no disfrutaba, todo el tiempo preocupada por agarrarlas efectivamente, no lograba degustar el momento, más bien me agitaba y preocupaba… así era como me comportaba en el amor, cazando mariposas. Ahora me he relajado, he soltado, he dejado de buscar, me detuve en un punto y me quedé disfrutando lo que me rodeaba y la mariposa se acercó hasta posarse en mi y entonces con ella aquí – y estiró el dorso de su mano a modo de ejemplo – se puede contemplar sus colores, sentir su cosquilleo en la piel, admirar la belleza, sin agitación, sin afán, con tranquilidad.

Me quedé observándola… que hermosa metáfora… ¿cazando mariposas o esperando a que te encuentren y en medio de tu calma se posen gustosas en ti?

¡Gracias chica H.!

Mudanzas 7

15 de abril de 2008: De vuelta(s) por una U

El eremita preparó su mochila morada con los botones de Björk: introdujo su billetera, las llaves, algunas monedas sueltas y el libro del momento: El péndulo de Foucault. Abordó un bus a la Universidad Javeriana, mientras pensaba en que se encontraría con el emperador de Fianot, con el que había acordado una cita para ver una película en la Facultad de Artes - Ciclo Rosa de los martes -.

Se bajó del bus, descendió por unas escaleras al túnel que comunica una acera con la otra, encontrándose de a pocos con hombres y mujeres jóvenes con formas de vestir y expresiones particulares que lo iban sumergiendo de nuevo en el ambiente característico de la universidad, la academia. Cuanto extrañaba esa sensación de tiempo dilatado en el que se podía diversificar una conversación sin llevarla a ningún lado, sin ser responsable de cada palabra, del tiempo invertido en cada frase. Se construye el tiempo y el espacio en una dimensión alterna, diferente al ritmo vertiginoso de la ciudad, al exacto de la organización, al demandante de la institución, diferente a todos los demás con los que se ha encontrado en el camino de su crecimiento.

Ese túnel fue como ir hacia atrás en el tiempo y desear de nuevo esa vivencia, ese estar ahí dispuesto a estudiar, a compartir con los compañeros una cerveza, una película, una tirada de Tarot, una torta de hierba, pequeñas y sencillas maravillas.

El eremita salió en la acera oriental y se dirigió a las escaleras de ladrillo en las que estudiantes de diferentes aspectos conversaban o esperaban a su vez otras personas. El Emperador de Fianot no había llegado aún y el Eremita no sabía cuanto tiempo más tardaría. Sin embargo se dejó llevar por el ruido del río de la gente, por las risas, la agitación propia de las 4:30 en una universidad. Se inundó de alma mater y con cada hoyo de su cuerpo taponado de nostalgia y deseo de estudiar de nuevo, vio como caía la tarde, como se iba descolgando, haciendo énfasis nuevamente en que el tiempo no se detiene y mucho menos el sol se levanta a la inversa sobre el horizonte en dirección al oriente.

Mudanzas 6

14 de abril de 2008: En la esquina desconocida...

Viene entre la bruma de la memoria este verso:

“I know by now that you'll arrive
by the time I stop waiting”

Björk, I miss you, Post.

(http://www.azlyrics.com/lyrics/bjork/imissyou.html)

Hablaba con el hombre del perro por teléfono, hace días no lo hacía. Cumplió años y mi mente traviesa y un tanto desordenada de estos días pasó por alto la fecha. Él mismo me avisó al respecto, dos días después de su feliz día me mandó un mensaje al celular “Amigo esperé hasta los últimos segundos del día de mi nuevo año pero creo que no siempre estarás. Además creo que se te olvidó por muchas razones pero y todo así, te quiero, M”. Me sentí profundamente avergonzado, no me había sucedido algo así en muchos años y justo con él me vino a pasar, con él que hacía poco me había dado una diatriba de mi “nueva vida” y lo mucho que había cambiado, justo con el menos indicado cometía el error del olvido – ni tan casual ha de ser -.

Bueno decía que hablaba con él:

- He estado triste.

- Ay, amigo.

- Sip, hace casi tres años no tenía que decir adiós.

- Pero vas a estar bien.

- Lo sé. Es sólo que redescubre uno lo rico que se siente ser bien tratado por alguien que te quiere. Ser querido y querer.

Recuerdo a mi jefa hablando de Lucía y sus últimos aconteceres afectivos:

- Tan rico que es estar en esos primeros momentos del amor. ¿No es cierto?

- Aja – le digo. Y ella sin comprender continúa.

- Cuando uno se está conociendo y espera ansiosa una llamada, un mensaje, la próxima cita. Conocerse de a poquitos pero sabiendo que hay algo entre las dos personas. – con un tanto de humor le digo.

- Si, claro, apenas el tema para mí, D. Estoy en un momento muy apropiado para hablar de ello.

- Ay, Andrés, pero piénsalo bien, estas experiencias te preparan para recibir mucho mejor al hombre que si va a estar a tu lado por mucho tiempo.

- Pues fuera de pensarlo como un consuelo, tienes razón. Va uno madurando, creciendo y paradójicamente estoy más abierto de brazos que nunca para identificar el amor, recibirlo y ofrecerlo. Ya veremos.

Y mientras miramos a lado y lado de la séptima para cruzarla, o hablo por teléfono con el hombre del perro que se encuentra en la Ciudad Voluptuosa, en algún lugar de esta Ciudad del Caos, un hombre me imagina, me dibuja en el día y retoca en las noches, deseando igual que yo, el cruce de nuestras miradas en alguna esquina anónima. ¿Dónde estará (s)? ¿Cuándo estará (s)?

Mudanzas 5

13 de abril de 2008: Reunión de solteros

De pronto una llamada común resulta ser una invitación a un nuevo mundo: el cumpleaños de un ex de un amigo. Y te empiezas a preguntar cómo será el ambiente que le rodea. El hombre en cuestión, ex-pareja de Santiago, ha constituido su hogar al lado de otro hombre que lleva su mismo nombre: A. Es curioso que un par de tocayos resulten ser pareja. La reunión, que se tornó después en pachanga, tenía el elemento crucial en los cumpleaños, la sorpresa. Le habían dicho a A el cumpleañero que habían robado su apartamento y llegó con cara de angustia. Al abrir la puerta de su casa, nos encontró a todos ahí, diciendo Feliz Cumpleaños.... se vio gratamento sorprendido.

Una vez empezaron las presentaciones formales empezaron las descripciones, nuevamente los temas puestos en el tapete: nombre, cómo conoció al del cumpleaños, edad, estudios y la pregunta crucial: soltero o ennoviado. ¡Que vaina con ese tema! Se hace evidente la soledad. Y de 10 hombres, cual estadistica, éramos seis solteros, dos mal ennoviados, uno recien ennoviado - período honey moon - y el anfitrion, con un amor de idilio, donde todos pareciamos desearlo... que envidia!!!!

La soledad... ¿mal, bien, estado o valor contemporáneo?

Mudanzas 4

11 de abril de 2008: Palabras prestadas

Estas palabras me las hizo llegar a mi email, un gran amigo para el cual usaré el seudónimo de Miguel Angel - él y otros es posible que sepan a quién me refiero -. Sus palabras me parecieron sumamente bellas así que las transcribo tal cual... gracias Miguel Angel, te quiero mucho.

" Cómo esperar que en el silencio se encuentren las palabras sin significado. Cómo saber que dentro del viaje, no existe tiempo, y que éste es más infinito que el pensamiento. Cómo entregar sin dar, y en ese dar sólo sentir que se recibe. Cómo llegar a la conciencia, solo con la decisión de cruzar la calle, en un paso, y saber que el presente, sin sueños, ni ilusiones, ni egos, existe; Y que es el camino al mejor de los viajes, al mas retirado de todos, al mas riesgoso, pero al mejor recompensado, al interior infinito de mí mismo, de quien realmente soy, sin máscaras, en donde tal vez dejo de ser para solo sentir."

Mudanzas 3

10 de abril de 2008: ¿En dónde voy?

Me encontraba sentado en una oficina de una empresa importante de turismo a nivel nacional, e incluso latinoamericano – bueno, eso dice la misma mujer que me está atendiendo -, cuando todo se hizo evidente. He llegado a un sitio, posición y rol insospechado para mí hace unos cuantos años.

En la época universitaria, en medio de la cinemateca, la locura de las pintas desbaratadas – que aún adoro-, los amores difíciles, como los llamaría Calvino, las trasnochadas estudiando, los trabajos de la u con los compañeros, el desempeño naciente en el campo clínico, sobretodo con niños, incluso en el tratar de entender en alguna medida el autismo, en medio de todo ello, enuncié que el mundo organizacional hedía, que nunca –léase bien, “nunca”- ingresaría en ese universo tan ajeno, lleno de competitividad y de valores que rechazaba en pleno, por mi grata rebeldía, que en el espíritu conservo.

La enunciación quedó suspendida, después vino la revolución, la partida de Cali, el Huracán en Miami, el retorno a la patria, la asentada en Bogotá, el trabajo en el ICBF y trás, de un momento a otro, me vi ingresando en el mundo organizacional como una pequeña oportunidad de aprender algo nuevo, un nivel de formación, de preparación, para “ser” un futuro administrador de un lugar aun desconocido para mi. Sin embargo no esperé esta carrera vertiginosa por el aprendizaje, esta construcción – a propósito de los últimos temas de este blog – de una estructura, de una forma de mirar, que en principio no concebí y con la que ahora negocio. Me he embebido de empresa, de compañía, de organización, de negocio, sin embargo quien soy insiste, el eremita alega, con fuerza, con ahínco, con férrea voluntad. Y ahora tengo a los dos en mesa de trabajo, de negociación, de acuerdo casi humanitario… si no lo consiguen me volveré loco.

Bueno, decía que me encontraba en esa oficina, de ventanales inmensos, sin buena vista, pero ventanales inmensos, de mucha luz. Nos atendía, me encontraba con mi jefe por eso me refiero a “nos”, una mujer de alta jerarquía, Vicepresidencia Comercial, con un rostro austero, con trato difícil, sin la más mínima contemplación (“Por lo menos, yo soy exigente con mis proveedores pero no así de dura”, me diría después mi jefe, quien es bastante fuerte cuando se le ofrece un servicio). Y frente a esa mujer, decía, tuve la certeza, el momento de lucidez, el click, “Juepucha, ¿dónde estoy? ¿Quién es ella? ¿Qué hago aquí? ¿En qué momento llegué hasta acá?”.

El que bien me conoce, sabrá que estas preguntas no son de un ego orgulloso e implacable, sino de un humanista inquieto y curioso, que ha descubierto posibilidades de sí mismo en un escenario que nunca sospechó aprehender. Pero ahí estaba, hablando de cosas que hace un año desconocía y quería con toda voluntad ignorar; ahí estaba con mi historia de amor que en algún momento fue bastante viciosa; ahí estaba el mismo que antes no contaba con organización, ciertas dosis de responsabilidad, ni deseo de pertenecer a todo ello; ahí estaba con mi inquietud identitaria, después de otros tantos procesos de constitución de mí mismo; ahí estaba con la nostalgia de tardes desaprovechadas con mis amigos de Cali hablando de cosas que no aportaban más que al deseo; ahí estaba con la certeza de un nuevo círculo de relaciones que antes no hubiera considerado; ahí estaba con todo el que fui, el que soy, ese al que tanto quiero y respeto.

Ahí estaba, ahí estoy, pero lo bueno, es que después de lo que he vivido, tengo la certeza de que ahí está quien soy, aunque eso no sea lo único que soy…

P.D: Dejo mis puntos suspensivos con deliberación porque esto está plenamente y conscientemente inacabado, es tema para mi por estos días.

Mudanzas 2

9 de Abril de 2008: Un transeunte mas

Tan sólo se trata de un transeúnte más. El eremita, cargado de pensamiento, tratando de descifrar sobre qué escribir, camina desde su casa a su oficina, desde su oficina a su casa. La lluvia suave de la Ciudad del Caos moja sus cabellos, empapa su rostro, nada irremediable, es tan sólo unas gotas de agua esporádicas que se dejan caer del cielo cargado, gris, nublado. Siente que como ese techo improvisado de la cúpula celeste – nombrada así por tantos -, se condensa la tristeza de estos días al interior de su pecho y quisiera que se dejaran caer las gotas por los ojos copiosamente, o aunque fuera como esta llovizna, pero el bloqueo permanece. Sabemos que esta tristeza árida en algún momento invocará la danza de las lluvias o algún ritual pagano que provoque el devenir de las lágrimas ausentes por tanto tiempo, por ahora espera.

Se formuló una pregunta a sí mismo: ¿Por qué a veces nos aferramos tan disimuladamente a una débil esperanza y sobre ella levantamos los castillos vulnerables a un tropiezo, ventisca o temblor? ¿Por qué se insiste? La respuesta no aparece, creo que es simplemente un ejercicio. Sin embargo aparece una nueva inquietud en relación con buscar metáforas de edificaciones débiles que pueden venirse abajo en cualquier momento (véase el derrumbe en este mismo blog) y empieza a revelarse un tema en el “levantar, construir, edificar” y el caerse posterior. La pregunta: ¿Acaso es inevitable en temas del amor ese grado de vulnerabilidad de las relaciones que se construyen o es posible levantar unos pilares sólidos sobre los cuales darle sostén a lo venidero? Y si es así, ¿cuáles serían esas columnas?

Por ahora me dejo divagar y uno mismo, el otro que también me habita, le hace muecas a El eremita cada que quiere tocar el tema de la soledad y el amor. Pero es el mayor tema en común entre ellos por estos días. Igual y tan sólo se trata de un transeúnte más.

Mudanzas 1

El 7 de abril de 2008: El derrumbe

Hoy se enreda en mis pensamientos una imagen. Corresponde con mi situación actual de una manera poco grata para mí. Quisiera ignorarla e incluso estuve pensando otras imágenes que representaran lo que siento, sin embargo esa insistió y me veo estrictamente obligado a dar cuenta de ella… por ejercicio, por experimento… ssshhhh… por exorcismo.

La yenga. Serie de fichas de madera con dos o tres colores diferentes y volumen: ancho y alto de igual longitud, largo con más igual longitud, largo con más centímetros. Una sobre otra, cual ladrillos, se van acomodando en orden ascendente, tres por nivel y del mismo color, el siguiente en sentido contrario al que le precede: donde hubo tres anchos ahora queda un largo y donde hubo un largo quedan ahora tres anchos, que corresponden estrictamente con la sumatoria de las longitudes. Una vez instaladas las fichas se empieza el juego. Por turnos cada persona va sacando una ficha, evitando que la torre levantada se venga a suelo. Lentamente las bases empiezan a quedar más vulnerables, sostenidas en el equilibrio de una sola arista o en la firmeza de dos fichas que son ilusión, con su vacío entre ellas, estructura. Bien sabemos que el equilibrio de la estructura no consiste en su solidez inmutable sino en la creación del vacío sostenible.

Bien, un movimiento en falso, una fuerza mal calculada, una brisa imprevista, la torpeza de otro, un accidente cualquiera, un andar por las nubes, un delicado despiste, puede costar toda la torre. Y una vez la misma pierde equilibrio, una vez se balancea en el espacio, justo antes de estrellarse contra la superficie, alcanzas a decir: Esto se vino abajo, es inevitable. Es un segundo inevitable y largo, duradero, en que aún ni siquiera el grito se inaugura pero la sensación de vértigo se instala. Y entonces se estrellan las fichas estrepitosamente contra la mesa, o el suelo, o la alfombra, o lo que sea que soporta todo y el reguero de fichas es ineludible. Y alcanzas a sentir la pequeña muerte, el fin del juego, adiós, e inmediatamente surge el deseo de una nueva partida y vas tomando una a una las fichas, clasificándolas por colores, levantando nivel por nivel, preparándote para un nuevo intento de equilibrio…

He ahí la imagen. En qué punto estoy. Esta tarde me sentí frente al reguero de fichas que esperan ser clasificadas. Ahí frente a los diferentes colores pienso y espero… sin embargo mis manos ya van haciendo lo que les corresponde, mueven fichas, acomodan, aunque no salgo del asombro de haber visto la torre venirse abajo ante mis ojos.

P.D: ¿Y quién o quiénes o qué ganó (ganaron) la partida?

Mudanzas

El 6 de abril de 2008: Y entonces, mientras el atardecer...

Y entonces, mientras el atardecer de Bogotá lame las aristas de los edificios que quedan teñidos de amarillo, rosado, púrpura o cualquiera de los colores crepusculares, uno mismo se pregunta de nuevo por el amor. Por su significado, su experiencia, su vitalidad. El amor ese capaz de provocar la maravillosa y confortable sensación de levedad – gracias, Kundera, aún me atraviesas – y la aplastante e incómoda sensación de densidad – este es el caso - . Entonces se conversa sin querer con uno mismo:

- Lo extraño, es inevitable – dice uno mismo.

- Ya pasará. Hemos estado antes en estas. Tu, triste, desbaratando ilusiones tejidas de tiempo y caricias y yo acompañándote, acariciando tu cabello, abrazándote fuerte – dice el eremita – ya hemos pasado por otras y has podido, siempre puedes.

- Esta vez es diferente. Me siento diferente. Con otra mirada. La misma Danae me lo dijo, refiriéndose al emperador de Fianot, y yo recordé otros ejemplos.

- Si, si, tu siempre con tus ejemplos – el eremita soltó la cabeza de uno mismo y se sonrió – siempre tienes ejemplos para todo. No importa, uno mismo, no importa, estás solo de nuevo y como nunca.

- Eso es cierto, como nunca. Estoy triste y tranquilo, hay una paradoja que se agita en mí. Es como dices, saber que se pasará, que además se tiene la certeza de haber sido la mejor decisión. Lo viste como yo, ¿verdad? – uno mismo tomó la mano del eremita y la puso de nuevo entre su cabello.

- Si, lo vi como tu. Lo vi bailando con el venezolano. Se veía contento. Fue la mejor decisión estoy de acuerdo contigo y sabes que es así no sólo por el amor, sino por otras cosas que tu y yo estamos resolviendo. Ya sabes, mañana de nuevo la oficina te espera y estamos por negociar con ese lugar. Hemos de encontrar la forma, sino seguiremos discutiendo en las noches.

- Si, lo sé. Sé que lo único que me ocupa en este momento no es el amor, pero la tristeza, esta nostalgia de pedacitos se introduce en la cotidianidad y se toma sus momentos. Inevitable.

- Como cuando yo te arrobo y nos llevo, tal como lo hice ayer, a leer con un café. La nostalgia, el dolor, la tristeza, la felicidad, el amor, la vida, uno mismo, la vida es así.

- Si, así es. No hago más que constatarlo…

Y en un profundo abrazo, cierran los ojos, tratando de descifrar el mañana. Juego inútil que ambos conocen de hace muchos años.

De mudanza

A partir de hoy empezaré a mudar viejos escritos de mi antiguo blog a éste. Creo que no los debo dejar atrás, como la historia no se pierde. Por ello los iré retomando y, tal vez, reescribiendo.

El 28 de Marzo del 2008:El eremita por otro lado...

Hace casi un año, el 11 de mayo escribí estas palabras en mi espacio de hotmail donde inicié un recorrido de palabras, imágenes, reseñas y opiniones... ahora, que me abro a un espacio quizá más extenso quiero retomar las palabras, que a pesar de los cambios, crecimientos y movimientos, no han perdido actualidad:

Un nacimiento...

Hoy es en apariencia un día como cualquiera. El eremita se agita en mi interior y me obliga a darle vida a un espacio en el que pueda manifestarse. No sólo él, sino todos los que soy. Soy uno, varios, algunos, entre otros... Soy.

Aunque no sea tinta, aunque no es papel, se abre este diario - quién sabrá qué tan íntimo -, los días transcurrirán con o sin noticias de mí, con o sin sorpresas... iré viendo a donde me conduce esto que aún no sé muy bien qué es.

Eremita

18 de octubre de 2009

Un atardecer

Ayer, durante el taller de escritura me enfrentè con una tarea: Seleccionar un dìa importante y escribir sobre èl.
El primero que vino a mi memoria fue el dìa que recibì la primera llamada aterradora que me llevò a tomar la decisiòn de salir de mi natal Cali. Sin embargo, algo en mi interior se negò. Insistì, querìa escribir al respecto. NO-NO-NO, replicò. Me ajustè un poco decepcionado.
Empecè a escribir sobre la dificultad de encontrar un dìa importante y entonces vino a mi mente el dìa que me despedì de mi madre en el aeropuerto de estados unidos. Yo habìa viajado con ella y mi hermanita, al encuentro de mi padrastro y mi abuela, quienes se encontraban viviendo en Miami. De regreso, solo volvìa yo. Retornaba para continuar mis estudios en psicologìa y mi madre se quedaba en estados unidos para casarse con mi padrastro y para que mi hermanita fuera reconocida como residente del paìs.
Cuando fuimos al aeropuerto para abordar el vuelo que me traìa de vuelta a Cali, mi madre consiguiò que la dejaran seguir hasta la sala de espera. Nos quedamos los dos a solas. Lo que escribì ayer hacìa referencia a lo que pensaba en ese momento y lo que sucedìa en lo tangible, en lo visible. Eran zonas paralelas que no se fundìan màs que en mi cabeza.
Despuès de la intervenciòn de algunos compañeros del taller leyendo sus experiencias, tomè la decisiòn de no trascribir completamente mi texto. Era como si hubiera delineado todo el contexto, la situaciòn, para culminar con un pàrrafo, en el que ahora siento se expresa plenamente lo sucedido en ese dìa. Parece que la economìa de la palabra aplica en estos casos, quizà muchas de las letras sobran y las pocas imàgenes trazadas son suficientes para decir y dejar lugar al silencio.

"Erase una vez un joven universitario que contemplaba un atardecer como un adiòs, a travès de la venta de un aviòn que cruzaba el atlàntico hacia el sur. Veìa en el horizonte el sol que se zambullìa entre las aguas y el cielo tornàndose purpùreo, àmbar y celeste. Metàfora armoniosa, esplèndida, bella, de la separaciòn. El sol cortaba las cadenas al dìa y, sin ser su directa intenciòn, le abrìa el camino a la noche. En lo oscuro tambièn habita la luz"

16 de octubre de 2009

Enlazados

Siento tu cuerpo contra el mío.
Mi piel, tatuada de huellas del tiempo,
sofocada por el calor de las caricias de fuego antiguas,
se nutre de la tuya, se renueva.
Tu ombligo enredado en mi rodilla y mis labios cubriendo uno de tus dedos.
Mi mirada hacia dentro, con los párpados tumbados sobre los ojos,
turistas del caribe que relajados, descansan.
Te siento pegado a mi.
Tus manos buscando mis lujurias dormidas en el cuello,
detrás de mi oreja, colgando en la espalda, reposando entre mis piernas.
Las despiertas, las sacudes, las alteras y despues,
solo te entregas a su labor.
Mis lujurias, tomando el control sin remedio, te devoran, te lamen,
te chupan, te muerden, te escupen de nuevo sobre la cama.
Así, mojado de la salvia de mi deseo, cansado y sudoroso,
te beso en los labios, sonrio y te digo que te quiero.
Tu parpadeas.

14 de octubre de 2009

Onces de domingo

Se trata de encontrar algo sobre lo cual escribir para permanecer en el ejercicio, en el intento de sudar la pluma. Termino sudando las neuronas, piense y piense sobre qué escribir. Qué merece ser escrito en este momento de mi vida. Y piense y piense. Me acuerdo de la clase de teatro...

- Profe, es que yo pensé que podría hacer...
- No piense, haga - mirada de desconcierto - actúe.

No piense, escriba. Pero sobre qué, sobre qué escribir.

El domingo pasado me puse a pensar (beeeeppp, sonido de error de concurso) en una invitación que cordialmente me realizaron. Hace más de un mes, en este mismo blog está la huella, falleció una persona que conocía. Un hombre muy vital, lleno de energía, extremadamente racional y sin deseos de establecer relaciones convencionales de amor - bueno, al menos eso decía -. A través de D., los padres del finado invitaron a sus amigos más cercanos a tomar onces. Una forma de reunirse, de recordar al ausente y una manera para la madre de conocer a quienes rodeaban a su hijo.
He de admitir que me sentí profundamente ajeno, extraño, ante la misma invitación. Le dije a D., "si la señora me pregunta algo sobre su hijo, no sabría qué decirle". Era cercano al hombre de la sonrisa ancha, como quien conoce a alguien y lo estima a lo largo de los encuentros sostenidos gracias a D., de modo que no tenía... cómo decirlo... una amistad autónoma con él, una amistad que tuviera su propia vida. Era una amistad dependiente de las circunstancias. O bueno, así lo siento aún ahora que ya no está. Le dije a D. que agradecía la invitación pero que pasaba por esta vez.
Si lo pienso bien (beeeeppppp) lo que más me hizo retroceder fue mi "capotismo". En el fondo, sentí un deseo morboso de asistir para tratar de comprender de qué forma un encuentro como éste podía ayudar a una madre a elaborar un duelo por su hijo ausente. De qué manera las miradas nuestras sobre su hijo le permitierían reinventarlo, relevantarlo, redibujarlo, reconstruirlo, reestructurarlo, reecontrarse con él... o qué esperaba de nosotros, de ese momento - hasta me sentí un tanto usado -. De manera casi inmediata, y en voz interna, le llamé al encuentro: "Las onces fúnebres". Lo que me habría llevado a la sala de esa casa hubiera sido la curiosidad literaria y por esta vez me sentí bastante incómodo de dejarme arrastrar.
Mi curiosidad literaria no es perversa, ni oscura, eso creo. Pero me ha llevado a experimentar circunstancias muy gratas y algunas que en sí mismas no son placenteras, pero a posteriori me dan la satisfacción de la experiencia, de haberlo vivido en mi propia carne (en mi propia piel). Por esta ocasión, al fondo del pasillo interior, allá donde termina el túnel que separa la intencionalidad de la acción, vi un rostro extraño que sobaba una mano contra la otra y sonreía, mientras susurraba "hmmm, unas onces fúnebres". Le cerré la puerta en la cara.
Lo sé, no se trata de eso, de encerrarlo, para eso abrí estas puertas y ventanas punto blogspot, para fomentar su libertad, pero en esta ocasión, el hombre de la sonrisa amplia merecía el respeto de mi lado más solenme...

P.D: El día de hoy, uno de los asistentes decidió añadir en su facebook las fotografías de las mentadas onces. El hombre de la sonrisa ancha solía decorar su casa de manera prodigiosa y exhuberante en las diferentes fechas especiales del año. Teniendo en cuenta la actual temporada de disfraces, él hubiera puesto en puertas, paredes y ventanas muchas clases de fantasmas, brujas, telarañas con sus respectivos arácnidos, calabazas y otros insignes compañeros de momento. Al parecer, en esta ocasión lo hizo la madre en su honor y los asistentes aparecían rodeados de tan siniestra decoración. Si antes, había nombrado secretamente la situación como onces fúnebres, ahora quedaba genuinamente bautizada.

Hubiera sido poco confortable para mi tranquilidad, estar rodeado de personas con un profundo dolor por su muerte y de fantasmas y brujas que en su sonrisa torcida, guardaran la mueca de la sorna ante el cinismo de la situación.

11 de octubre de 2009

Un recuerdo de grado

Cuando me gradué de la universidad, mis más queridos amigos del momento organizaon una celebración que aún recuerdo con mucho cariño. Mi apartamento fue invadido con sillas rimax blancas, girasoles de todos los tamaños, afecto caluroso de invitados especiales y un trío musical, que al final de la noche me enredó en sus sonidos.
Hubo un evento que tuvo particular efecto sobre mi ánimo y, por qué no decirlo, sobre la percepción que tenía sobre mí. Una de mis mejores amigas decidió, con alevosía e intencionalidad, hacerme un regalo inigualable. Con la complicidad de mis otros amigos, realizó un video titulado "Mi encuentro con el eremita". Uno a uno entrevistó a quienes me rodeaban y les preguntó cómo me habían conocido, que circunstancias rodearon nuestro primer encuentro, mientras los tomaba en video.
Fue emocionante sentirme reconstruido desde el relato de esos otros. Algunos consideraban primer encuentro el que para mí fue el tercero o el quinto; algunos recordaban encuentros anteriores al que yo creía que era el primero; y unos más recordaban lo que en mi había devenido en olvido.
Los momentos que narraron no tenían continuidad temporal, eran "flashes", extractos de nuestras vidas que ponían entre paréntesis para responder a la cámara, lados del poliedro que soy, como diria Paula Perez Alonso, ese poliedro que gira y muestra una y otra faz. Ello se iba asemejando a fotos de mi vida. Cada uno conocía al eremita o a mi, Andrés, en un momento diferente, pero se referían, quizá, al mismo... también estaba entre sus palabras Balthazar, por ejemplo, sin que ellos lo supieran.
El momento cumbre llegó minutos después en el mismo video. Con plena estrategia, mi amiga se puso de acuerdo con quienes compartía mi apartamento para sacar a hurtadillas, de mi habitación, el registro fotográfico de mis primeros 24 años de vida. Mis fotos, que no son pocas por mi apasionamiento en la captura de los momentos en imágenes, estuvieron fuera de mi apartamento durante una semana sin que lo percibiera.
Armando pequeños grupos con ellas, por edades y momentos, mi amiga me conoce suficiente para identificarlo, hizo collages con frases alusivas y los filmó como cuadros que resumieran mi vida y se fueran deconstruyendo ante mis ojos, no recuerdo si desde bebé hasta ese momento o a la inversa. En el video se sucedían unas imágenes tras otras hiladas por la música de Amelie, película sensible con la que me identifico fácilmente - ella también lo sabía, ggrrrr -.
La emoción no se hizo esperar y la sensación irrepetible, has este momento, de unidad, de ser continuo, de sentir que mi cuerpo era el mismo a lo largo de esas dimensiones del espacio y el tiempo, ese momento en que sentía que todos esos que había sido eran uno, el mismo, yo, se abocó en lágrimas incontrolables que decían todo aquello que callé. Chillé, berrié, lloré de manera desgarrada y en una mezcla, aún oscura, de sentimientos incomprensibles.
Ante el fin del video, me llevaron a mi habitación, no recuerdo quienes. Con la almohada en el rostro, tumbado en mi cama, me descaré, hasta que al fondo empezaron los compases del trío musical que llegaba como otro regalo sorpresa. Alguien, no recuerdo quien, me alcanzó papel para secarme los ojos y sonarme los cables cruzados.
Mientras caminaba por el corredor, hacia la sala, apoyado en ese alguien (¿o eran dos?), que aún no tiene rostro, empezó el cantante a versar "de qué callada manera, se me adentra usted sonriendo" y me dije, con la antepenúltima lágrima que rodaba por la mejilla, de qué callada manera, de cuál...

8 de octubre de 2009

Otro o el mismo

El eremita me increpa:
- Mirate al espejo, mirate atentamente. ¿Ves algo distinto?
Me observo detenidamente. Las honduras de mi rostro hablan de un par de años que aún no se integran plenamente a los anteriores. Disimulo:
- NO, soy el mismo.
- Mentiroso, sos mentiroso y lo sabés. No te lo podés negar... bueno, podés pero no lo creés.
- De verdad, eremita. Soy el mismo. Me encanta el cine, la literatura, la psicología clínica, el viento, reirme...
- Callate. No seas falso. Vos sabés de que te hablo. No sos el mismo. Hay cosas en las que ya no sabés si crees o no.
- Callate vos, qué sabes de mi. Estás ahí, siempre atento de mis movimientos, para mostrarme cosas que nadie te ha pedido que señalés...
- Como que nadie. Vos. Vos te hacés el ciego y a mi me toca decirte que ves muy bien. Te hacés el sordo y me toca recordarte que escuchaste cada palabra. Te hacés el que no comprende y me toca exigirte que no negués lo que sabés.
Cierro los ojos. Sé que tiene razón. Los abro y lo miro a los ojos, mis ojos:
- No sé de qué hablas.
Me giro y prendo el televisor. Algún programa lo alejará algunos minutos de mi.

6 de octubre de 2009

Abrí una puerta... ahora a entrar.

El sábado pasado asistí a mi primera jornada del taller de escritura en el que fui admitido. El taller tiene un nombre sugestivo: Entre la piel y el papel, de la imposibilidad de olvidar a la oportunidad de crear. Me preinscribí por internet y de las casi 500 personas que enviaron su párrafo diciendo por qué querían estar ahí, seleccionaron tan sólo a 30; soy uno de los elegidos.
Fue encantador, quienes están a cargo del taller son dos estudiantes de una maestría en psicoanálisis de la universidad nacional y le han puesto ese tinte de análisis necesario para terminar dándole vida a un espacio que aborda el duelo, el cuerpo, la escritura, la lectura, la subjetividad, en últimas... casi que se podría decir que el síntoma.
Por supuesto, ese día, el primero, fue el momento de presentarnos cada uno, de decir quienes somos en tan sólo algunas palabras. Empezó una de las facilitadoras (que resulta que es una compañera de la universidad de Lucía) y me reconoció desde el principio, en cuanto me vió. Fue fabuloso escuchar su apertura, su instalación del espacio, escuchar que estaba orientado por una búsqueda tan personal pero que generaba lazo con cada uno de los presentes: la escritura como habitante de nuestro cuerpo que expresa el más profundo silencio y desconocimiento de nosotros mismos.
El silencio como grito sordo que se transforma en lo escrito.
Cuando se refirió al cuerpo, fue inevitable volver sobre el mío. Sorprendido pensé "Mi búsqueda de encuentro con mi cuerpo. Esa búsqueda que aún no comprendo pero me ha traído por diferentes escenarios, ahora me trae aquí". Empecé a escoger las palabras y los argumentos, en unos instantes tendría que presentar de manera sucinta el motivo que me tenía ahí sentado. Entonces, cobró sentido el tema de la piel en el título del taller y comprendí que el cuerpo me había llevado, de una u otra forma.
Al regresar a mis primeras veces que escribí me topé con un recuerdo y me dije, lo contaré a modo de anécdota. Para justificar un poco mi presencia en el taller.

"Cuando tenía alrededor de 12 años escribí mi primer cuento. En el colegio organizaron un concurso entre los estudiantes y decidí que quería participar. No sólo se concursaba sino que los cuentos iban a estar a disposición de las personas en una especie de feria escolar interna para que los leyeran. Se debía escribir el cuento, hacerlo en formato de libro pero debía tener una silueta diferente a la convención de la hoja de cuaderno o tamaño carta, debía tener otra forma.
Escribí un cuento profundamente adolescente, en el que el personaje principal era un gordito que cansado de los insultos y atropellos de quienes lo rodeaban, se encargaba de formular una venganza. Decide hacerle vudú a un compañero que le hace la vida imposible en el colegio y en el barrio - Nada que ver con mi realidad juvenil -. Le hace mucho daño al malandro, empieza a transformarse él también en un ser malvado, y al final, cuando está a punto de causarle la muerte al compañero, el gordito reacciona y decide detenerse. Sin embargo, en un último duelo entre él y el compañero, éste lo golpea, perdiendo el gordito control sobre su cuerpo y soltando el muñeco del vudú de entre sus manos. El compañero empieza a incendiarse, el muñeco cae en una fogata, y mientras el gordito corre desorientado por lo sucedido, un camión pasa a toda velocidad y lo manda por los aires, cayendo sin vida. El narrador de la historia es un amigo del gordito, quien quizá representaba el lado inocente, que necesitaba conservar, y que observa toda la situación pero queda sin habla el resto de su vida, solo narra esta historia cada que alguien lo escucha.
Claramente el cuento fue la mejor forma que tuve de hacer real una situación que no podía ser más que imaginada. Cuando pensé en qué silueta tendrían las hojas de mi libro, hice la silueta del gordito, si, dibujé sobre las hojas la silueta del gordito y con una máquina de escribir mecánica que tenía escribí palabra tras palabra el cuento en las siluetas del gordito cortadas de hojas de papel bond. Sentía un gran placer en escribir sobre esa silueta y cada tipeo, cada golpe de tecla que dejaba la mancha de una letra sobre el papel, no hacía más que brindarme satisfacción."
Cuando terminé de contar esto a los compañeros, me miré. Sin espejo, ni nada. O bueno, no sé si el espejo era esa mirada de cada uno. Total, es que lo sentí, sentí como la escritura quedaba conectada de manera inmediata con el cuerpo, como había sido escrita Entre la piel y el papel. Me dije "&/#$%&/$&$/&$$#, ¿qué es esto?", miré a los otros participantes, miré a la facilitadora, a Luisa, le sonreí y le dije: "Pero no escuchás, ahi lo tenés, el cuerpo, la escritura, que más querés!".