15 de diciembre de 2009

A corazón abierto



Con el corazón en la mano miro a través de la ventana de mi habitación. Afuera el caos se manifiesta, nada raro en esta ciudad gris. La ternura de una joven de 13 años con las lágrimas atrancadas entre el pecho y la mirada, que no veo. El amor de una mujer de 53 años desgarrado por la torpeza de un hombre inmaduro que no ha sabido decir adiós. Mi corazón en una mano, expuesto, resonando entre los dedos, diciendo en silencio el dolor qur le produce esas tristezas vistas desde la distancia de un mar que mantiene su oleaje, sin importarse de los pequeños dramas humanos, accidentes de las vidas que no cambian el mundo, sin embargo alteran cada intimidad.
Como cambian los caminos de varias personas cuando una sola toma una (¿mala?) decisión. Ahora él, reposa en los brazos de una tercera, una desconocida que "ha robado su atención", su interés, su lucidez. Él ya era inmaduro antes de conocerla, eso no se lo podemos achacar a su presencia, pero su relación ha hecho que muestre lo peor de sus comportamientos pueriles. Causa heridas y desconozco su capacidad de enterarse. Parece introducir el puñal y olvidar el movimiento, o al menos creer que brinda una caricia. ¡Que obnubilado!
La impotencia reside en no poder evitar el dolor para ellas. En saberlas heridas de gravedad, no de muerte por fortuna, con una abertura que sangra a diario lágrimas de tristeza, un corte por donde se sale a borbotones el respeto que le han tenido a él, la confianza, la estima. Es claro, esto no dará fin a las relaciones, no por ahora al menos, pero las viene deteriorando de a pocos y no sé si él se advierte a este respecto.
Incluso por extensión yo mismo tengo mi hueco, ese por el que me saqué el corazón esta tarde y lo puse al sol, ese mismo hueco por el que ahora dejo que entre el viento frío de Ciudad del Caos para que airee, para que se lleve los enigmas del dolor y permita entrar las bonanzas de la tranquilidad. Un hueco, que como el de ellas, cerrará, sanará y solo dejará una cicatriz que recuerde en la historia este momento, una cicatriz nada incómoda, nada fea, solo una marquita...

Eso espero!

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