24 de diciembre de 2009

Diario de un viajero - Miami/09 - Día 2

De cómo el sistema puede satisfacer diversas necesidades...

Después de dormir las 15 horas desde el lunes hasta el martes me levanté un poco "atembao". El primer tinto fue una manera deliciosa de recibir mi segundo día en la ciudad del sol. El clima había mejorado un poco, el frío se había reducido, sin embargo las nubes cubrían por instantes la luminosidad de los rayos solares. Mi hermana seguía muy emocionada con mi llegada y yo con compartir con ellas mi visita. El hombre imprudente llegó a la casa con mamá mientras tomábamos el café en la sala y entonces de manera un poco torpe, nos abrazó, diciendo palabras zalameras acerca del dolor que le producía tenernos lejos. Es poco creíble o al menos suena un poco cínico. Mi silencio se pronunció, los labios se eclipsaron uno encima del otro y una sonrisa estúpida me cobijo alrededor de los 20 minutos que permaneció en el lugar. ¿Qué podía decir? (entre otras cosas porque no entendía que hacía en el sitio, lógico es o era su casa, pero ahi, presente y llamando a mamá como "mi amor"... no comprendía).



Después del pequeño huracán humano que fue nuestro encuentro. Me dediqué a organizar mi maleta, a desempacarme un poco y con mi madre y mi hermana salimos en dirección a un sitio sencillo y sorprendente. Sabía que se iban a hacer pedicure y manicure, pero nunca sospeché un sitio dedicado a eso de manera tan exclusiva. Este país que garantiza el producto masivo en lo que usted desee, le ofrece la posibilidad de hacerse manicure, pedicure y cera en un mismo sitio, pero no es una peluquería, ni un spa.

Llegamos al lugar. Al ingresar quedé boquiabierto. 16 mesas dispuestas como salón de clase atendiendo personal fémino en sus "manicures" y nueve sillas gigantes con contenedores de agua en los pies y a una altura superior que los trabajadores para el pedicure, una especie de trono para el acicalamiento de los pies. Era increíble la hilera de personas atentiendo y siendo atendidas. Una mujer de origen oriental, sus rasgos la delataban, tenía entre sus manos unos pies femeninos que apretaba y manipulaba como haciendo un masaje. Me pareció inmediatamente un personaje para una historia de amor: una mujer oriental en tierras extranjeras con un trabajo agotador que se encuentra algún día con un hombre que va a hacerse un pedicure y que insiste en ir, sin que ella pudiera nunca reconocerle el rostro a él porque solo escucha su voz y no levanta la mirada de sus pies... en fin... es solo una idea.

Sencillamente impresionante. Las uñas le quedaron muy bien a mi hermana y a mi mamá. Es una máquina de hacer uñas bonitas.

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