31 de octubre de 2009

Mudanzas 22

21 de Agosto de 2008: Bogotá, ciudad rota

Era una noche fría en Bogotá, la rota. Algo de agua ha pasado por las calles, bañando el asfalto, dejando nuevamente a la ciudad con ese hálito húmedo que termina por caracterizarla. Estaba incómodo. Uno de esos buses que le han añadido un par de filas de sillas haciendo que la rodilla ni siquiera quede holgada sino ajustada contra la silla de adelante. Llevaba el paraguas de la empresa, la maleta con este portátil ( a veces me siento un caracol ) y miles de ideas laborales en mi cabeza.

A medida que subía por la 45 buscando la 7, fui dejando atrás instructivos, contratos, selección, talento humano, palabras que se han hecho regulares en mi cotidianidad y que esta semana han resultado un tanto más aceptables que otras veces. Me empecé a dejar llevar por el movimiento que percibía en los andenes, las personas de bogotá, las situaciones e imágenes.

Una vez en la séptima pensaba en mi comida, qué cenaría. Una arepa con queso en un lugar que me encanta, del cual no he podido prescindir - al cabo que ni quería, dirían los que vivimos chespirito -... en fin... se detuvo el bus, era el semáforo de la 49 con 7. Miraba a través del cristal con algunas gotas. Una pareja de 45 o 50 años hablaba con una chica joven que al parecer preguntaba qué transporte le serviría para llegar a cierto sitio... la miré a los ojos y me reconocí en ella hace dos años y medio, cuando llegué a esta ciudad, una ciudad grande, agitada, caótica, fría, deliciosa y encantadora.

Me reconocí en su mirada, en su pregunta, en su inquietud, regresé a ese momento cuando no me representaba en mi cabeza más que la longitud de una septima que iba desde la candelaria hasta la Pepe Sierra, donde entonces vivía, volví a ese momento en que transitaba la once sin rumbo, sin destino, sin función, sin sitio, alojado en casa de un desconcido, con una amiga a la que hoy quiero más que entonces, sin saber qué sería de mi, a dónde me conduciría este viaje de vida, este giro. Y una lágrima se desgajó confundiéndose con el cristal... como pasa el tiempo, ya no se es el mismo, ya no se está en el mismo lugar que al principio...

Creo que aún no sé cuál es mi destino al caminar por las calles de Bogotá, Bendita Ciudad del Caos, templo de cemento, luciérnaga de mi tránsito, reencuentro con mi soledad, descrubrimiento del NO, ciudad loca, desquiciada, agresiva, que empuja, que tiende a expulsar y yo braceo hacia dentro, hacia vos más y más, te quiero penetrar, ciudad esquiva... ¡ponte ante mi, no seas cobarde, quedate quieta, levantate hacia mi que nuevamente aquí voy a romperte de nuevo!

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