31 de octubre de 2009

Mudanzas 23

25 de Agosto de 2008: Risa...

Es una noche de sábado. La lluvia ha bañado por horas y de manera copiosa las calles, generando más frío que el de costumbre. Una larga jornada de trabajo, horas no esperadas de labor y en este momento ya voy caminando por la 13 en dirección al antro de siempre, al lugar de humo, música, miradas y algo de lujuria.

Voy en compañía de mi amigo D., el indiscutible cómplice de las noches de baile, risa y encuentros. D. es un hombre de treinta y pico, me mata si descubre que revelo su edad así sea con seudónimo, atractivo, inteligente, sagaz, en busca de amor, de encontrar otro hombre tan inteligente, cariñoso y sagaz como él, que tenga iniciativa y como dice "que sea machito"... si, tengo un amigo que dice eso y le comprendo a qué se refiere, le respeto, cuestión de gustos y placeres. Se admite total y ciento por ciento pasivo, rol que algunos niegan por una extraña mezcla de inseguridad y miedo, por un temor a poner en duda su "masculinidad". Ser pasivo es ser penetrado y para algunos eso es estar muy cerca de ser mujeres... que tampoco es la gran cosa, no veo el sentido de avergonzarse por parecerse a una mujer, ni porque fuera una gran mancha... pero aún se interpreta así, sin embargo no es el caso de mi amigo: "Quiero un hombre activo", dice, repite, grita a los cuatro vientos y algunos se escandalizan, a mi por el contrario, me encanta.

Una vez dentro del sitio, el edificio G, después de 15 días de no venir, me quedo mirando los hombres que van y vienen por el espacio, deslizándose entre la música con sonrisas falsas, poses femeninas o machificadas, miradas penetrantes, escotes prolongados, vasos vacíos y medio llenos de licor, posudos, posando para un lente invisible que asumen que hay en los ojos de cada uno, cada mirada es como un flash para algunos que no quieren tener un mal ángulo, una posición inadecuada que deje en evidencia sus defectos - bueno, imperfecciones normales de ser humano que quieren anular con maquillaje, ropa y gesto artificial-.

No puedo evitar sonreir, lentamente voy transformando esas comisuras en apertura, para terminar con una gran carcajada. D. me mira inquieto, no se sorprende, me conoce, algo debo estar pensando, así que me lo pregunta. Le muestro con la mano el derredor, la gente falsa, hipócrita, llena de buenas intenciones, poses y figuras. "Me da risa" le digo, "la gente gay... somos muy chistosos". Un silencio se prolonga entre los dos, mira alrededor a los otros hombres y alguien que nos acompaña hace lo mismo. "Creo que me seguirá dando risa siempre. Todos estos hombres se hicieron gay para poder seguir riéndose el resto de la vida". Y no paro de reir durante el resto de la noche.

¡Que paradójico!

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