31 de octubre de 2009

Mudanzas 18

8 de Junio de 2008: A vos que me obligás a escribir...

Eremita, jugador de palabras, verso y anverso y reverso de mi, me tomas de la mano y me conduces a las honduras de la montaña, seguidos solo de tu bastón y lumbre, una lumbre enigmática que guarda el secreto de aquello insondable que de mi no logro descifrar. La luz llega hasta el borde donde la oscuridad se encoge, huyendo, evitando el contacto, alargando siempre el borde.

Camino a tu lado y te miro con interés, eremita, mi otro lado, mi mismo lado, yo. Tu rostro es inquietante, tu mirada unidad, me tocas y siento tu tibieza, me abrazas y siento tu dulzura, tu com-pasión. Me hablas de la soledad como de un amanecer, me invitas a leer como quien disfruta un vaso con agua después de estar al sol, me seduces al silencio como un hilo de agua que deja de brotar entre la vegetación, natural.

Eremita, yo, eremiyo, yomita, que palabrería barata... es solo que me arrastraste aqui, frente a al pantalla, con el teclado en los dedos y aún me pregunto por lo que quieres decir a través de mi... tal vez no sea más que tu instrumento, tal vez sea al revés y te pongo a decir lo que no me atrevo... sin embargo en tu cueva, a dos metros de mi silla, donde veo que comienzan las dimensiones de mi colchón, te anuncio, me retiro, me levanto, me despierto y ya vengo, volveré a tu montaña, espérame con esa sonrisa de siempre y los brazos abiertos, que cuando regrese te traeré noticias de afuera, donde la vida transcurre sin pausa.

Andrés

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Porque siempre se tendrá algo por decir... no?